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Nadie es santo como el Señor,
nadie es fuerte como nuestro Dios,
porque no hay otro como tú.
No pronunciéis discursos altaneros,
arrojad la arrogancia de vuestras bocas,
porque el Señor es un Dios sabio
y evalúa todas las acciones.
El arco de los valientes se hace trizas
y los cobardes se arman de valor.

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